lunes, 13 de septiembre de 2010

El cielo y la tierra fueron uno cuando tu alma y la mía se encontraron. El sol iluminó la vida,
el hielo congeló el tiempo. Con una sonrisa casi mortal envenenaste mis sentidos y desenredaste mis
emociones. 
Con la luz de tus manos envolviste mi universo. 
Te adentraste en mi pequeño corazón,
colmándolo de magia pura, de brillo fugaz. 
Y en tan solo un instante mi paraíso eras tú y cada partícula de mi historia te pertenecía.
Fuiste el mundo entero en un segundo… Y aún lo sigues siendo. 

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