
Sus labios se rozaron lentamente, como con miedo a no saber parar.
Ella, tímidamente colocó sus manos en su cuello de porcelana. Él, la abrazó con ternura.
Respiraban el aliento del otro. Eso, queridos amigos, eso es lo que se llama amor, por efímero que sea.
Se separó de él, le miró divertida, y dijo:
-Nos vemos en Londres.
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