Dejas de respirar. Tus músculos se paralizan. Sientes que todo se entumece, y no puedes moverte. La atmósfera parece que se te cae encima. Todo, todo absolutamente todo, deja de funcionar, excepto tu cerebro. Y piensas, "este es el final, aquí se acaba".
Sentí algo parecido, cuando el jodido autobús paró en Ronda. No quise despedirme de ti, y menos de esa manera.
Siento que la última imagen que tuvieras de mí fuera esa. Una llorona. Una jodida llorona. Me dolía el pecho. Me dolía respirar. Me dolía mirarte y pensar que sería la última vez que te mirara.
Pero he aprendido algo: el destino es un hijo de la gran puta; y que los sueños, pueden hacerse realidad, aunque pagando cierto precio por ello.
Me encanta el texto, aunque es muy triste, por desgracia en esta vida, nada es para siempre e.e" Pero aún así hay que saber disfrutar ;)
ResponderEliminarBesos <3